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ASOCIACIÓN DE LISIADOS DE GUERRA DE EL SALVADOR
"HÉROES DE NOVIEMBRE DE 1989"

Mujeres mutiladas por la guerra y olvidadas por la paz

Publicado en Martes, 17 Noviembre 2009 18:00
Escrito por ALGES

olga serranoActualmente, sólo 896 mujeres lisiadas de guerra reciben de parte del Estado una pensión.

La mirada de Olga Serrano se pierde, por unos instantes, en el pasado. Ella es una mujer joven, lisiada de guerra. Su historia se parece a la de muchas mujeres que se incorporaron a las filas de la guerrilla, durante la guerra, cuando aún eran niñas. Los motivos: diversos.

“Me encuartelé cuando tenía 13 años, en 1981”, dice. Hace mención de la represión que había en aquella época - finales de los 70 y comienzos del 80. Recuerda que su familia era muy religiosa y activa en la iglesia católica de su comunidad, cantón Portillo del Norte, municipio de San Isidro Labrador, Chalatenango.

Se incorporó cuando su casa, donde vivía con sus papás y sus hermanos, fue destruida por el ejército. No les quedaba nada. “Soy la última de 11 hermanos”, para esa fecha ya habían matado a dos.

Como mujer, reconoce que lo más difícil lo vivió durante el conflicto armado, en 1982, durante un operativo militar, en Guarjila. “Andaba un avión de los que cargaban tres bombas, cuando nos aventó la última, yo iba cruzando una cancha y las esquirlas me hirieron la pierna derecha, a mi compañero que corría junto a mí, le cortaron el brazo”. En ese momento, cuando parecía que su vida se le terminaba, se dio cuenta que la vida crecía dentro de ella.

Olga Serrano“Mientras me curaban, supe que estaba embarazada, tenía 15 años. Ese fue el momento más difícil que viví, no sabía cómo iba a hacer en esas condiciones, era una niña. Me dio miedo… terror. ”. Paradójicamente, era la misma niña que se incorporó a las milicias, aprendió a usar un arma y comprendió que era necesaria hacer una “lucha de liberación”. “Yo comprendía que no era una guerra por poder, ni por oro. Era una guerra de liberación del pueblo salvadoreño”.

Su mirada regresa al presente, está sentada frente a su escritorio. Viste blusa a rayas blancas y rojas, el pantalón negro – esconde su lesión. Tras su espalda están dos cuadros grandes: uno del Che y uno de Shafick con la frase “La lucha continúa…”. Ella es la Secretaria Ejecutiva de la Asociación de Lisiados de guerra de El Salvador “Héroes de noviembre del 89”, ALGES. Tiene la responsabilidad de velar por que los derechos de las personas lisiadas de guerra se cumplan.

Existe una ley que surgió a partir de de los Acuerdos de Paz: Ley de Beneficio para la Protección de Lisiados y Discapacitados a Consecuencia del Conflicto Armado, Decreto Legislativo 416, que se aprobó el 13 de diciembre de 1992 y entró en vigencia el 23 de enero de 1993. Han pasado 16 años, y según las organizaciones de lisiados poco se ha cumplido.

“Era la voz del jefe”. Lety -seudónimo de Olga en la guerra- cuenta que su mayor aporte en la guerra fue ser “radista”. Aprendió a usar diferentes tipos de radio, a interceptar al enemigo, a comunicarse con otros frentes y al exterior. La mayoría de las radistas eran mujeres, ellas sabían todo. Las entrenaron no sólo en hacer claves y usar radios, sino también para destruirlos. “Hasta el día de hoy siempre ando un encendedor en mi cartera”.

Ahora, le toca ser la voz de las personas lisiadas. En la Ley se establecen una serie de prestaciones: económicas, en salud, en especie (prótesis, sillas de ruedas, entre otros), creación de un programa de salud mental y de inserción laboral. Pero nuevamente, de esto poco se ha cumplido. Olga señala que las mujeres no se quejan, que nunca ha escuchado a una mujer quejarse porque no le quedó bien una prótesis.

La institución gubernamental, encargada de ejecutar la Ley, es el Fondo de Protección de Lisiados y Discapacitados a consecuencia del Conflicto Armado (Fondo). Sin embargo, Olga Serrano critica la política que esta institución ha tenido durante estos años: “Ellos se han inventado el término de rehabilitaciones milagrosas, para despojar a las compañeras y compañeros de sus beneficios. Les han bajado y quitado sus pensiones, ese no era el espíritu con que se creó la ley”.

Según el informe de la Comisión de la Verdad son más de 40 mil lisiados los que quedaron después del conflicto armado, pertenecientes a la ex guerrilla, Fuerza Armada (FAES) y población civil. La mayoría no recibe beneficios. En el 2009, el Fondo dio a conocer que desde 1994 se han atendido a 14, 287 lisiados – 4, 970 del FMLN,

2, 018 civiles y 7, 094 de la FAES -. Actualmente tiene 8, 959 lisiados beneficiarios, de estos sólo el 10% son mujeres -896.

Ellas cuentan su historia y hablan de su visión de futuro… “Soy parte de la historia y alguien tiene que contarla”. Con esta frase comienza Concepción Marroquín, otra mujer lisiada que se incorporó a un frente de guerra cuando tenía 10 años, en la zona de Guazapa. Ella fue combatiente, a los 11 años ya sabía manejar un fusil M-16. “Me costaba cuando se encasquillaba”. En el campamento que ella estuvo había 12 mujeres combatientes. Ella es fundadora de ALGES y una mujer líder. Es madre soltera de dos hijas, recibe del Fondo una pensión mensual de $ 109 dólares, no recibe atención médica. “Doy gracias a Dios que tengo un empleo”.

Concepción dice que la mujer jugó un papel importante en la guerra: “Éramos la motivación para que muchas y sobre todo los hombres se incorporaran, cuando nos veían con nuestro fusil, aguantando las grandes caminatas y el hambre. Nos tenían respeto, porque demostramos que nosotras también podíamos dar nuestro aporte”.


Cuando Olga recuerda la guerra y a sus compañeras, sus ojos brillan. Habla que no era fácil para la mujer enamorarse y convivir con un compañero, de lo difícil que fue renunciar a la maternidad. Su hijo que nació cuando ella tenía 15 años, vive en Suecia, muy pocas veces han compartido juntos. Platica de cómo las mujeres trataban de arreglarse, cuenta que aún conserva unos ganchitos que usaba para el pelo. “Cuando nos tomábamos un pueblo, mis compañeras entraban a las casas abandonadas, agarraban los polvos, los lápices de labios, los perfumes, luego aparecían todas pintadas en el campamento, los hombres se reían. Pensar que muchas de ellas no están y que otras quedamos fregadas, es triste. Sin duda hay una gran deuda con las mujeres lisiadas de guerra”.

A concepción no le gusta recordar, pero comenta que ella creció en el frente de batalla, ahí se hizo mujer, se sobrepuso a situaciones extremas. “Nos caía la lluvia, algunas veces no había agua para asearnos. El cuerpo se adapta, una se adapta”. Esas experiencias la marcaron para siempre. La convirtieron en una mujer luchadora.

Olga hace un mea culpa y reconoce que hay una deuda con las mujeres lisiadas, no sólo de parte del Fondo, sino de parte incluso de la misma asociación. “Llevo 9 años en la asociación y nunca hemos hecho nada especialmente para ellas”. Quizás retomando los valores y principios - solidaridad, igualdad y unidad- que en aquellos tiempos se defendían con la misma vida, se rescataría la dignidad y el valor de la mujer lisiada de guerra… reflexiona.

Concepción se siente realizada como mujer. Pero sabe de muchas lisiadas que viven en condiciones más críticas que ella. Sin poder salir de la casa, sin trabajo, sin pensión… totalmente abandonadas por el Estado, la sociedad y el mismo partido FMLN. Recalca la importancia de organizarse para continuar la lucha… ahora por sus derechos.

ALGES tiene una afiliación de 6 782 personas lisiadas de guerra, de estas 1 782 son mujeres. Gracias a gestiones realizadas por la asociación se ha logrado insertar laboralmente a cerca de 140 personas – Un 20% son mujeres.

Con el nuevo Gobierno se abren nuevas esperanzas. Una mujer asume la presidencia del Fondo, Irma Segunda Amaya, que en la legislatura anterior fue diputada del FMLN y era presidenta de la Comisión de Justicia y Derechos Humanos. Jugó un papel fundamental para la aprobación de 49 reformas a la Ley de protección de lisiados y, ahora, esperan que haga todo lo posible para que se cumplan.

Sobre todo, las lisiadas esperarían que esta institución se humanice, que no se les vea como una simple estadística que se mide por el rango de discapacidad que tienen, que su valor no se calcule por lo que les falta, sino por lo que son. Actualmente, si les falta una pierna o un ojo valen $ 109 dólares, si no puede ni moverse entonces valen un salario mínimo. Y el resto: reconstruirse como persona que piensa, que trabaja, que lucha, que sueña… esa deuda no se ha saldado.

No se tiene datos concretos, ni oficiales de cuántas mujeres participaron en la guerra, mucho menos cuántas quedaron con lesiones. Pero algo si se sabe, estas mujeres dedicaron los mejores años de su juventud - cuando no se teme a nada, cuando las utopías son posibles- a luchar por sus convicciones. Pasaron los mejores años de su vida en una montaña, empuñando un fusil o trasmitiendo mensajes cifrados por radio o curando las heridas de sus compañeros y compañeras. Se fueron forjando: valientes, tenaces, fuertes… sin perder la ternura que define a su género.

Urge un programa de salud mental.

Según La psicóloga Cecilia Jiménez, del Consejo Nacional de Atención Integral a la Persona con Discapacidad, CONAIPD, la atención en salud mental, en general, es mínima y se ve como algo marginal.

“En el caso de las personas que participaron en un conflicto armado y pasaron expuestas mucho tiempo a situaciones de tensión extrema, de convivir con la muerte y el miedo constante, era urgente y necesario un adecuado programa de salud mental”. Sin embargo, no se dio al finalizar la guerra, ni después de 17 años. Eso ha provocado que muchas personas aún vivan con delirios de persecución, insomnios, perdidos en el pasado y con una violencia acumulada.

Al consultarle si vivir con una lesión a causa de la guerra afecta más a las mujeres que a los hombres, nos explica que afecta a cualquier persona. Pero que en el caso de la mujer es más difícil porque se vive en una sociedad machista donde la imagen cuenta mucho, porque se han establecido patrones de belleza que no van de acuerdo a la realidad que han vivido mucha mujeres.

Olga es una mujer profesional, tuvo la posibilidad de convertirse en madre nuevamente y cuenta con el apoyo de un esposo. Pero le da pena que la gente le vea la lesión, por eso siempre usa pantalones. “Me siento menos cuando veo a las demás mujeres, incluso aquellas que fueron guerrilleras pero que no tienen lesión, hoy andan con faldas, usan tacones y tiene puestos en el Gobierno. Ellas tendrán una pensión y tienen su futro asegurado”.

“Me siento orgullosa de ser mujer y de haber participado en la guerra”, dice Concepción. Pero su voz se le corta y su ojo derecho se le llena de lágrimas, cuando recuerda que el 25 de octubre de 1983, las esquirlas de una granada lanzada por el enemigo le cayeron en su ojo izquierdo y en otras partes del cuerpo. “No quería perder mi ojo, prefería perder la vida. Creí que iba a quedar peor, que mi rostro iba a quedar desfigurado. No me gusta recordar”.

Para Concepción, ha sido difícil insertarse a la sociedad. Cuando terminó la guerra, ella tenía 21 años, tercer grado y la autoestima baja. Después de la guerra, gracias a los cursos de nivelación logró sacar su noveno grado.

“Yo creo en la salud mental, es algo que nos ayudaría muchísimo, pero no la hemos tenido. He podido superarme porque me uní a ALGES y juntos hemos luchado por salir a delante, para que se respeten nuestros derechos. Nada se nos ha regalado. Si yo ahora tengo trabajo ha sido por nuestra misma lucha”.

La psicóloga Jiménez recomienda fortalecer a la mujer en su autovaloración personal. A pesar de la diferencia por causa de la guerra, la persona sigue valiendo, sigue siendo importante y puede funcionar en la sociedad como mujer de una manera positiva.

A pesar de esta reflexión, El Fondo no tiene ningún programa estructurado de atención en salud mental. El CONAIPD sólo cuenta con una psicóloga. ALGES tiene entre su personal técnico, sólo una psicóloga para atender un proyecto en San Vicente y La Paz.

Reconstruir la vida de estas mujeres, comienza entonces por que recuperen su autoestima y autovaloración como personas. Las instituciones que trabajan por y para las personas lisiadas de guerra tienen una gran responsabilidad y una deuda que pagar.


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